TE INVITAMOS A CONOCER UN POCO DE ARTE ARGENTINO.
Huellitas: Benito Quinquela Martín - Canal Pakapaka ... Pakapaka. Pakapaka ... Zamba - Excursión al Museo ...14 feb. 2014 - Subido por Pakapaka. Duración 2:02 min
UN POCO MÁS DE SU HISTORIA
JUVENTUD. Benito Quinquela Martín en el puerto de La Boca y sus primeros trazos (1916).
FAMILIA. Quinquela junto a sus padres adoptivos (1940).
SU LEGADO. Complejo social, cultural y educativo donado por Quinquela a su barrio.
QUIÉN FUE BENITO QUINQUELA MARTÍN? ¿QUÉ EXPRESABA EN SUS OBRAS?
La vida de Benito
Quinquela Martín es una leyenda. Fue abandonado el 21 de marzo de 1890
en la Casa de Niños Expósitos, Casa Cuna, y allí se fijó su fecha de
nacimiento por aproximación: el 1 de marzo. Ese día festejaría su cumpleaños
hasta el final de su existencia. En ese orfanato viviría su primera infancia.
A los ocho años llegó a su vida el matrimonio Chinchella. Su
padre adoptivo, Manuel, era genovés y criado en Olavarría. Su madre adoptiva,
Justina Molina, entrerriana, de Gualeguaychú y de ascendencia indígena. Tenían
una carbonería muy modesta.
Benito cursó dos años de escuela primaria y empezó a trabajar como
colaborador en la carbonería. De adolescente ayudó a su padre en el puerto,
como estibador.
El barrio de La
Boca significó un especial deslumbramiento para Benito. La Boca era una babel,
no solamente por la mezcla de lenguas, sino por la multiplicidad de culturas.
Había italianos, japoneses, chinos, uruguayos, yugoslavos, griegos, turcos,
negros.
Ese incesante trajín del trabajo del puerto, un paisaje que no se
parecía a ningún otro de la ciudad de Buenos Aires, el paisaje del río, los
entornos más agrestes de la Isla Maciel y de algunas partes de La Boca, la
arquitectura boquense, el colorido de esa arquitectura, originó el eterno
romance entre La Boca y Quinquela.
Benito, en tanto que repartía su tiempo entre la carbonería y el trabajo
en el puerto, garabateaba, ensayaba, algunos dibujos, con el carbón de la
carbonería, como el mismo va a reconocer, “con una ignorancia
enciclopédica”.
El primer pincel
que tomó en su vida fue a los 14 años, en 1904, cuando participó para ganarse
unos pesos en la campaña que llevó a Alfredo Palacios a ser el primer diputado
socialista de América Latina.
Su vocación se
afirmó con el ingreso a la academia Pezzini-Stiatessi, una de las tantas
instituciones proletarias del barrio. Allí se enseñaban diversas disciplinas,
entre ellas dibujo y pintura, y allí adoptó al único maestro que iba a tener en
la vida: Alfredo Lázari. Con él empieza la orientación definitiva de la
vocación de Quinquela.
Su musa inspiradora
fue un lugar. "La Boca, su gente, el pulso cotidiano de las calles
del barrio fueron esa musa inspiradora", describe el Director del
Museo. Y agrega: "Cuando afirma su vocación y su lenguaje, cuando
empieza a ser Quinquela va a adoptar una temática, un repertorio, una
iconografía que se va a autoimponer como su marca y se va a sentir
imposibilitado de pintar otra cosa que no sea La Boca".
"Las pintura de Quinquela no son paisajes sino escenarios. El
escenario del trabajo, del esfuerzo, de la transformación de la obra humana. El
Riachuelo es el desencadenante de esa gran obra que deriva en ciudades
pujantes, en sueños de progreso".
Los restos de
Benito Quinquela Martín fueron enterrados en un ataúd fabricado por él,
años antes, porque decía "que quien vivió rodeado de color no
puede ser enterrado en una caja lisa". Sobre la madera que conformaba
el ataúd estaba pintado una escena del puerto de La Boca.
Benito Quinquela Martín tuvo una vida muy dura de
esfuerzo, de trabajo. Aun cuando se dedicó al arte, nunca dejó de sentirse un
trabajador más y nunca le quitó el cuerpo al esfuerzo que demandó, durante toda
su vida, el arte.
Falleció el 28 de enero de 1977.
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